Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo

Hoy se está produciendo, en la Basílica de San Pedro en Roma, un acontecimiento trascendente. El Papa Francisco preside la misa de canonización de la primera santa argentina, llamada cariñosamente como Mama Antula. 

La fundadora de la Casa de Ejercicios Espirituales de Buenos Aires nació en 1730 en Silípica, Santiago del Estero, y murió el 7 de marzo de 1799 en Buenos Aires. Fue pionera en destacar la dignidad femenina y su lugar en la evangelización en tiempos en que solo se consideraba a la mujer para ser madre o monja. Hablaba muy bien español y quechua, y misionaba en las comunidades originarias junto con los sacerdotes jesuitas antes de su expulsión en 1767. Fueron los quechuas quienes la bautizaron en su lengua como “Mama Antula”, diminutivo de Madre Antonia.

Cuando tenía 17 años María Antonia realizó voto simple y privado para consagrarse a Dios, añadiendo el nombre de San José al de su bautismo. Colaboraba con los sacerdotes jesuitas en tareas de apostolado y la realización de los Ejercicios Espirituales. Al ser expulsados por decisión del Rey Carlos III de España, ella, mujer audaz y emprendedora, recorrió a pie casi 5000 kilómetros promoviendo por las Provincias del Norte y luego en el Río de la Plata la organización de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio.

En 1795, cuando tenía 65 años funda en la ciudad de Buenos Aires la “Santa Casa de Ejercicios”, ubicada actualmente en Avenida Independencia y Salta.

Pide donaciones y limosnas para que los ejercicios puedan realizarlos hombres y mujeres pobres, y que nadie quede afuera de la propuesta. Los ejercitantes son personas de diversos sectores económicos y sociales, de la ciudad y zonas rurales cercanas, laicos y sacerdotes, mestizos y mulatos.

Ella se dedica a buscar sacerdotes que asuman la predicación y la celebración de los sacramentos durante los Ejercicios. Se empeña denodadamente en la conversión de vida de los cristianos de su tiempo en el cual era común el bautismo pero sin práctica de la fe.

Su celo apostólico la lleva también a invitar a misiones populares y ocuparse de la educación de las niñas y jóvenes, especialmente huérfanas y pobres.

Se destaca por su audacia misionera, tenacidad a toda prueba, eficacia organizativa. Tomemos su ejemplo y pidamos su intercesión por el despliegue misionero y la santidad de vida.

 

Este fin de semana largo tiene dos días feriados debido al carnaval, una fiesta de origen pagano, que se ha unido a la celebración cristiana de la Pascua. Por eso la fecha es “móvil”.

En realidad, el acontecimiento central es la Pascua y se cuentan 40 días para atrás desde el Domingo de Ramos para establecer la fecha del Miércoles de Cenizas, cuyos dos días previos son el carnaval. Antiguamente eran días de fiesta, comida, bebida, incluyendo algunos excesos, en vista al inicio de un tiempo de austeridad y sobriedad como la Cuaresma.

Este miércoles comenzamos el tiempo de preparación hacia la Pascua. Durante las Misas se impone sobre la cabeza la ceniza que se obtiene al quemar las ramas del Domingo de Ramos del año pasado. Es un signo y gesto de humildad y llamado a la conversión. De esta manera recordamos la fragilidad de la vida humana, lo fugaz y lo transitorio de este mundo.  Serán 40 días para disponer el corazón, revisar la vida, y sobre todo crecer en la confianza en el amor de Dios por cada uno de nosotros. Es un llamado a la conversión para superar el conformismo y la mediocridad.

Cada 11 de febrero celebramos a la Virgen de Lourdes y realizamos la Jornada Mundial de Oración por los Enfermos, pidiendo también por quienes se dedican a cuidarlos. Nos unimos en la plegaria por estas intenciones. El Mensaje del Papa este año se titula “No conviene que el hombre esté solo”, y agrega “cuidar al enfermo cuidando las relaciones”.

Ayer cumplí 69 años de edad. Doy gracias a Dios por el don de la vida, y a todas las personas que me saludaron. Como me encuentro realizando los Ejercicios Espirituales de San Ignacio no podré leerlos hasta después del 25 de febrero. Me confío en sus oraciones.