Hoy 18 de abril, recordamos el retorno a la casa del Padre de Monseñor José Américo Orzali; Siervo de Dios, conocido como el Buen Pastor de Cuyo, fundador de las Hermanas Rosarinas y primer Arzobispo de San Juan de Cuyo.

¿Cómo sanjuaninos…cuánto conocemos de su incansable y fructífera tarea pastoral?

Estamos invitados a contemplar juntos, la vida y el apostolado del Buen pastor de Cuyo en palabras de un seminarista de nuestra diócesis; Martín Sillero, que además se dedica a dar a conocer su vida y su obra.

 

 «A Casa del Padre»    -Por Martín Sillero 

El 13 de marzo de 1863, en Bueno Aires, nació Américo José Orzali, tercer hijo de Don Tobías y Doña Teresa. Durante su seminario, invierte su nombre y comienza a firmar como José Américo Orzali, en honor y respeto al Patriarca de la Iglesia, san José. El 19 de diciembre de 1885, con la dispensa de S.S. León XIII, es ordenado sacerdote por Mons. Mattera, en el Colegio Pio Latino Americano de Roma.

El 02 de agosto, el presidente Roque Sáenz Peña, firmó el decreto por el cual presentaba, a la Santa Sede, a Mons. Orzali para Obispo de Cuyo. El 20 de enero de 1912, el Papa firmaba las Bulas, que llegaría a Buenos Aires el 16 de febrero. El 10 de marzo de 1912, fue consagrado en la Iglesia Catedral de Buenos Aires, por Mons. Espinosa. Éste dijo a la comisión sanjuanina: “Lleváis, sin duda un gran Obispo para Cuyo; pero recordad que me arrancáis el brazo derecho…”

El 30 de Julio, el nuncio Apostólico, Mons. Cortesi, expide el decreto de ejecución de la Bula por la que el Santo Padre establecía la nueva división eclesiástica. Mons. José Américo Orzali, sexto Obispo de San Juan de Cuyo, se convierte en el primer Arzobispo de esta nueva provincia eclesiástica.

Ese año, 1934, no sólo congrega a los fieles sanjuaninos para agradecer la elevación a Arquidiócesis, sino que además se festejaba el centenario de la Diócesis. En efecto, el 19 de septiembre de 1834, el Papa Gregorio XVI creó el obispado de Cuyo, siendo su primer prelado Fray Justo Santa María de Oro.

La vida de Mons. Orzali fue un esfuerzo constante por configurarse con Jesús. En sus propósitos de consagración episcopal escribía: “en mis sermones seré siempre bondadoso”, “en el confesionario seré siempre muy bondadoso, caritativo y paciente”, “seré sumamente afable, cortés y jovial con todos, especialmente con los pobres y con los que en cualquier forma me hubieren agraviado”, “nunca reprenderé en público, ni de mal modo, ni en forma hiriente a mis súbditos”. Lo más maravilloso de la vida de este Obispo es haber practicado cada uno de estos propósitos.

Desde abril de 1938 en adelante estuvo casi siempre en cama. Allí, se preparaba para partir a la casa del Padre. Su lecho de enfermo, cuenta Entraigas, se transformó en una cátedra. Principales beneficiarias de sus pláticas eran sus hijas rosarinas, quienes lo cuidaban. Con todas las personas que lo visitaban hablaba de temas espirituales.

El 14 de abril de 1939, tras un viaje a Buenos Aires, llega a San Juan. Al sábado siguiente se realizó un desfile en su honor, Mons. Salió al balcón para ver desfilar a los niños del jardín de infantes del Colegio Don Bosco. Institución salesiana por la que el luchó con todas sus energías para que se instalasen en la provincia. Bendijo a los chiquillos salesianos. Esta fue su última bendición. A las 18, repentinamente, se le nubló la vista y entro en la vorágine de la muerte.

El martes 18 de abril de 1939, a las 8 de la mañana, entraba en agonía. A las 10, dio su último suspiro, y partió su espíritu a la Casa del Padre. El Buen Pastor de Cuyo dejaba este mundo con la inquebrantable confianza de haber orado y trabajado, de haber dado todo por Dios y por el prójimo.

Fueron 73 años de vida consagrados a Dios, 54 de sacerdocio y 27 de episcopado; “una trayectoria fecunda para bien de la Iglesia en la Argentina” (Castro, 1998).

Ana Castro, en su biografía sobre Mons. Orzali, deja establecido el legado que el Buen Pastor de Cuyo nos ha dejado: una fe firme, una esperanza viva, una caridad ardiente, la invitación a rezar mucho y fervorosamente, el amor a la Virgen Madre, la prudencia, la justicia, la fortaleza, la templanza, la humildad, la pobreza, la castidad, y el ansia de trabajar sin descanso.

 

Siervo de Dios, Monseñor José Américo Orzali, Buen Pastor de Cuyo, ruega por nosotros🙏

INFORMACIÓN IMPORTANTE: La tumba de Monseñor Orzali se encuentra en la Iglesia Catedral de nuestra provincia.

Hoy también quedará inaugurada en su memoria, una capilla de adoración en la sede de la Acción Católica (San Luis 32 este)