Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de dan Juan de Cuyo
Nos encontramos en un mundo en constante cambio, donde las olas de la injusticia climática, la sequía implacable, la pérdida de biodiversidad y el voraz consumismo amenazan la salud de nuestro planeta. En este contexto el Tiempo de la Creación 2023 emerge como un recordatorio crucial de nuestra responsabilidad compartida para cuidar y preservar el cosmos que habitamos, nuestra casa común.
Cada año, desde el 1 de septiembre y hasta el 4 de octubre, junto a otras confesiones cristianas, nos comprometemos a transitar un período de reflexión y acción que busca abordar los problemas ambientales apremiantes y restaurar el equilibrio en nuestro frágil ecosistema. Al concluir este tiempo en el día de San Francisco de Asís, el Santo Padre anunció que en esa fecha publicará una nueva Laudato si’ iluminando las problemáticas más actuales.
La cuestión de la injusticia climática resuena especialmente en esta época ya que las consecuencias desiguales del cambio climático afectan de manera desproporcionada a las comunidades más vulnerables. Esto deriva en la falta de acceso a recursos vitales, la degradación del hábitat y la pérdida de medios de subsistencia. El Papa Francisco escribió un mensaje sobre el Tiempo de la Creación, con el lema “que la paz y la justicia fluyan”. Nos llama a prestar atención, y detenernos ante los latidos del corazón: “el nuestro, el de nuestras madres y abuelas, el latido del corazón creado y del corazón de Dios. Hoy no están en armonía, no laten juntos en la justicia y en la paz. (…) Escuchemos entonces la llamada a estar al lado de las víctimas de la injusticia ambiental y climática, y a poner fin a esta insensata guerra contra la creación”. Es urgente tomar medidas concretas para revertir esta tendencia destructiva, cuyas consecuencias son ya irreversibles.
La sequía —esa manifestación tangible del cambio climático— a menudo se cierne sobre vastas regiones, dejando a su paso desolación y escasez. Las comunidades agrícolas sufren profundamente, viendo cómo sus cosechas se pierden bajo el sol implacable. Esta crisis hídrica es una llamada de atención urgente para repensar nuestros sistemas de gestión del agua y promover prácticas agrícolas sostenibles. Al iniciar su pontificado, el Papa Benedicto XVI dijo en la homilía: «Los desiertos exteriores se multiplican en el mundo, porque se han extendido los desiertos interiores» (24 de abril de 2005). Y Francisco en su mensaje expresa que “el consumismo rapaz, alimentado por corazones egoístas, está perturbando el ciclo del agua en el planeta. El uso desenfrenado de combustibles fósiles y la tala de los bosques están produciendo un aumento de las temperaturas y provocando graves sequías”. Cada vez nos alejamos más de San Francisco en el trato con la hermana agua.
La pérdida de biodiversidad es otro aspecto crítico de la crisis ambiental actual. La extinción de especies a un ritmo alarmante amenaza la estabilidad de los ecosistemas y la diversidad vital de la subsistencia en la Tierra. Este panorama sombrío nos recuerda la interconexión de todas las formas de vida y la necesidad de proteger y restaurar los hábitats naturales. Reconocemos con San Pablo que “la creación entera gime y sufre dolores de parto”. (Romanos 8, 22)
El llamado del Papa a «promover la ecología integral» implica un enfoque que considera no solo la naturaleza, sino también a las personas que dependen de ella.
El consumo desenfrenado es un motor importante de los desafíos ambientales que enfrentamos. La explotación excesiva de recursos y la producción de bienes innecesarios han llevado a la sobreexplotación y al agotamiento del planeta. El Papa Francisco nos exhorta a la conversión ecológica para «cambiar estilos de vida, producción y consumo». Esto implica una transición hacia un modelo económico más equitativo y sostenible, que valore la calidad sobre la cantidad y el bienestar de las personas y del planeta por encima de las ganancias a corto plazo. “Es la ‘conversión ecológica’ que san Juan Pablo II nos instó a realizar: la renovación de nuestra relación con la creación, de modo que no la consideremos ya como un objeto del que aprovecharnos, sino por el contrario, la custodiemos como un don sagrado del Creador.”
En este Tiempo de la Creación 2023, es nuestra responsabilidad mirar con valentía los desafíos que enfrentamos y actuar con determinación para revertir los daños que hemos infligido a nuestra casa común. Solo a través de la colaboración, la empatía y el cambio de mentalidad podremos enfrentar la injusticia climática, la sequía, la pérdida de biodiversidad y el consumismo insostenible, salvaguardando así el regalo más preciado que se nos ha otorgado: nuestro planeta.
Por otro lado, te cuento que en estos días pude participar de la proyección en el cine de la película “Sonido de libertad”. Muy fuerte y muy buena. Conmovedoras historias de esclavitud que oprimen a millones de niños, niñas y adolescentes. Está basada en hechos reales. No te la pierdas.