Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo

Foto: Aldo Galdeano

Todos somos personas “incompletas”. La experiencia de la vida nos muestra, como expresa el dicho popular, que siempre “nos faltan 5 para el peso”; aun cuando alcanzamos metas importantes, enseguida anhelamos algo más. 

Pero además decimos ser personas “incompletas” porque necesitamos de los demás como complementos fundamentales. El amor de la familia, los amigos, nos aportan lo que nos falta; y en nuestra dimensión trascendente, necesitamos a Dios. Como expresaba San Agustín: “nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”. 

Y así sucedió con San Juan Bautista. Vio concretada su misión una vez que se hizo presente Jesús, el mesías. Hasta ese momento la gente podía sospechar que cuando Juan levantaba un dedo señalaba la nada; podían considerarlo un vendedor de humo, una voz embaucadora, un protestón moralista. Jesús le dio sentido y cumplimiento a su profecía. 

El 24 de junio de cada año celebramos su nacimiento, y los relatos evangélicos sitúan este acontecimiento como parte del Plan de Dios hasta en cada detalle. El Precursor de Jesús no es producto del azar o la improvisación. Ser Precursor de Jesús es el anuncio de la cercanía del Reino y en el derramar la sangre es el martirio.  

Su predicación fue un fuerte llamado a la conversión que estimulaba a unos y enojaba a otros. Prefirió la luz de la verdad antes que el brillo del poder. El ardor misionero antes que la comodidad de ser mayoría. Una vida austera en lugar del lujo y la mediocridad. 

La palabra Juan en hebreo significa “El Señor es favorable, muestra su gracia”. Esa será su misión. Anunciar la inminencia de la salvación, preparando el camino del Señor y disponiendo el corazón del pueblo. 

Las dos celebraciones más antiguas del cristianismo son los nacimientos de Jesús y de Juan, ambos separados por 6 meses, y marcando la noche más larga y la más breve del año según el Hemisferio en el cual nos encontramos. 

El nacimiento del Bautista está marcado por la alegría. Salta de gozo en el vientre de Isabel ante la visita de María embarazada de Jesús. Sus parientes y vecinos se alegran porque siendo Zacarías muy anciano e Isabel estéril, les llega el regalo de la vida de un niño en la familia. Todo el clima que parece expresar: “¡Qué bueno que viniste! ¡Te estábamos esperando!”.

Juan es considerado el último de los profetas del Antiguo Testamento, viviendo en los tiempos del Nuevo. A él le toca anunciar el Salvador, pero no como futuro, sino como presente cumplido. 

 

La Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina hace unos días compartió un comunicado en el que señalaba que “en Jujuy y en Chaco hemos contemplado realidades desgarradoras ante las que, como cristianos, no podemos permanecer indiferentes”. En ese contexto, asumimos también las palabras de mi hermano obispo de Jujuy Daniel Fernández: “Hay que construir puentes a recorrer para encontrarnos y no dinamitarlos… Todo se puede lograr con el diálogo y todo se pierde cuando la palabra cede el paso a la violencia. Es fatigoso el camino del diálogo, pero hay que transitarlo y escucharnos pacientemente haciendo lugar a las distintas voces de los actores de nuestra vida social

Rezamos por la paz y la justicia para toda nuestra querida Patria.

 

El 26 de junio de cada año se conmemora el Día internacional de la lucha contra el uso indebido y el tráfico ilícito de drogas instituido por Naciones Unidas. Con dolor reconocemos el avance de las mafias del narcotráfico que siembran terror y muerte. En unos cuantos lugares de nuestro país se mueven con impunidad ante la mirada distraída y cómplice del Estado. Reforcemos el compromiso con la consigna “ni un pibe menos por la droga” y, como desgrana el comunicado de la Comisión Nacional de Adicciones y Drogadependencia: no naturalicemos el consumo porque la droga mata siempre, combatamos la indiferencia porque la droga es un problema de todos y digamos no a la despenalización de las drogas porque son los más vulnerables los que quedan en la trinchera de la vida expuestos a la muerte.

Texto completo: «VE Y HAZ TÚ LO MISMO»