La jornada se realizó el pasado sábado 1 de abril en la Casa de Retiros de Emaús en el departamento de 9 de julio. Todas las reflexiones fueron enmarcadas en los 40 años ininterrumpidos de democracia  y los 10 años de pontificado del Papa Francisco.

La Comisión de Justicia y Paz Arquidiocesana planteó como objetivo del encuentro, realizado una semana antes del inicio de la campaña electoral local, la presentación de la mirada del Padre Pepe Di Paola sobre la realidad social argentina. En la primera charla presentó la mirada de Bergoglio como obispo y papa: los problemas que siempre lo han inquietado con respecto al combate con la trata de personas y la drogadicción, su relación con los curas villeros y la importancia que le daba a los movimientos sociales y espirituales en las villas.

Estuvieron presentes dirigentes políticos del poder ejecutivo, legislativo y judicial de San Juan, candidatos de casi todos los partidos políticos, dirigentes de los 19 departamentos, miembros de la Mesa Interreligiosa, referentes de universidades y representantes de la agroindustria y sector empresario.

En la segunda parte, el Padre Pepe retomó la palabra para invitar a todos a firmar el acuerdo “Ni un pibe menos por la droga” en el que cada dirigente, desde su lugar, se comprometió a realizar un aporte concretó a la causa.

Para finalizar el encuentro mons. Jorge Lozano celebró la Misa junto a su obispo auxiliar mons. Gustavo Larrazábal. En la homilía mons. Lozano recalcó la importancia de la participación de todos para la construcción de la paz “Nadie debería sentirse afuera de aportar a la construcción de la paz y del bien común, poniendo en juego sus talentos, su tiempo, sus propias capacidades. No es una construcción “mágica”, requiere trabajo, tenacidad, paciencia y generosidad poniendo en el centro a las personas (no en los márgenes) y a nuestra casa común”

Mensaje completo de Mons. Lozano:

Estamos comenzando la Semana Santa de un año electoral. En este contexto me permito compartir estas reflexiones que brotan del corazón de pastor que quiere ser cercano a Dios y a los hombres y mujeres de nuestro pueblo.

No pretendo realizar una lectura política, que escapa a mi lugar y competencia. Pienso en el ámbito político, social, sindical, organizaciones sociales,ONGs, empresas, cooperativas… todo lo que implique construcción comunitaria.

Todos podemos constatar el anhelo generalizado de paz. En las familias, los barrios, el mundo. Pero no todos nos comprometemos en su construcción, que lleva tiempo y perseverancia en la tarea. Las ansiedades nos pueden jugar en contra.

Es necesario multiplicar arquitectos y artesanos de la paz. Arquitectura y artesanado son dos dimensiones diversas y, a la vez, complementarias. La primera se ocupa de diseñar, programar, calcular pasos y etapas. La segunda va trabajando sobre la obra conforme van respondiendo los materiales, sea la madera, la arcilla, la piedra… Podríamos decir que decide sobre la marcha sin improvisar.

Algunas personas con capacidad de liderazgo social y político tienen cualidades paraproponer e impulsar las arquitecturas en vistas a construir la paz en un delicado camino para tener en cuenta las ideas, las historias, las posibilidades en cada contexto. Otras, en cambio, son capaces de generar oportunidades por medio de gestos espontáneos que afianzan los vínculos, distienden relaciones y acercan corazones. En los tiempos que vivimos ambos oficios son necesarios y complementarios. Por eso afirma Francisco que “en muchos lugares del mundo hacen falta caminos de paz que lleven a cicatrizar las he ridas, se necesitan artesanos de paz dispuestos a generar procesos de sanación y de reencuentro con ingenio y audacia”. (Francisco, FT 225)

Nadie debería sentirse afuera de aportar a la construcción de la paz y del bien común, poniendo en juego sus talentos, su tiempo, sus propias capacidades. No es una construcción “mágica”, requiere trabajo, tenacidad, paciencia y generosidad poniendo en el centro a las personas (no en los márgenes) y a nuestra casa común.“Cada uno de nosotros está llamado a ser un artesano de la paz, uniendo y no dividiendo, extinguiendo el odio y no conservándolo, abriendo las sendas del diálogo y no levantando nuevos muros.” (Francisco, FT 284)

Una de las claves para la búsqueda de la paz y del bien común es la certeza de pertenencia a un pueblo. “Cada uno es plenamente persona cuando pertenece a un pueblo, y al mismo tiempo no hay verdadero pueblo sin respeto al rostro de cada persona. Pueblo y persona son términos correlativos.” (Francisco, FT 182)

Francisco nos propone“cuatro principios que orientan específicamente el desarrollo de la convivencia social y la construcción de un pueblo donde las diferencias se armonicen en un proyecto común”. (Francisco, EG 221) Quisiera en esta oportunidad detenerme en el primero de ellos:“El tiempo es superior al espacio”.

Experimentamos una tensión entre la plenitud deseada y el límite que casi inevitablemente topamos. Una sana tensión entre la coyuntura concreta y el horizonte que anhelamos.“La utopía nos abre al futuro como causa final que atrae.” (Francisco, EG 222) El deseo nos mueve a la búsqueda de caminos que nos liberen de la opresión.Los sueños nos llevan a la entrega generosa de la vida y nos liberan de ser calculadores mediocres cortoplacistas.

Es necesaria la convicción de que la coyuntura es cambiante. El horizonte, en cambio, permanece. Por eso es fundamental “trabajar a largo plazo sin obsesionarse por resultados inmediatos”. (Francisco, EG 223)

“Uno de los pecados que a veces se advierten en la actividad sociopolítica consiste en privilegiar los espacios de poder en lugar de los tiempos de los procesos.” (Francisco, EG 223)Para ello es importante liberarnos de la ansiedad de los resultados inmediatos, pero mantener convicciones claras y tenacidad.

Otra de las enseñanzas de nuestro Papa es que “andando solo se llega más rápido, pero con otros se llega más lejos”. Los procesos no siempre producen réditos políticos inmediatos, que son tan rápidos como efímeros y no construyen plenitud humana.

Pensemos en la enseñanza de Jesús en la parábola del trigo y la cizaña (Mateo 13, 24-30) Ambos crecen juntos, pero vence la bondad del trigo que se manifiesta con el tiempo.

Recuerdo cuando era niño, en la escuela, la maestra nos indicaba realizar en casa la experiencia de la germinación de una semilla contra las paredes de un frasco de vidrio. Podíamos ver en el transcurso de los días lo que ocurre en lo oculto de la tierra. Algo semejante sucede con grandes acontecimientos de la Historia. Evoquemos, por ejemplo, la gesta libertadora del general San Martín, tan cercana a nuestra tierra, o el derrumbe del muro de Berlín de apariencia inexpugnable durante décadas.

En la Pascua celebramos la Resurrección de Cristo; el triunfo de la vida sobre la muerte, del amor sobre el odio, de la paz sobre la guerra.

Le pido a Él, principio y fin de la Historia, nos ayude a renovarnos en el sueño de “un cielo nuevo y una tierra nuevadonde habitará la justicia” (2 Pedro 3, 13).

Con mi afecto y oración por vos y tu familia.

¡¡¡Feliz Pascua!!!

 

+ P. Jorge Lozano

Arzobispo de San Juan de Cuyo