El sábado 10 de junio la Catedral San Juan Bautista se colmó de fieles sanjuaninos para celebrar Corpus Christi.
Mons. Jorge Lozano destacó que es una fiesta de hacer memoria: «en este fin de semana hacemos memoria. Memoria de la entrega del amor de Jesús que viene a sanar nuestras heridas, que viene a fortalecernos en el camino de la fe»
A continuación compartimos la homilía completa y más abajo las fotos de la tarde.
Rezando miraba una foto que tengo en mi escritorio con mi mamá y mi papá al poco tiempo de haberse casado. Y me ayudaba a rezar y a recordar momentos que vivimos en casa, en la familia, momentos muy lindos, momentos tristes o dolorosos, como en toda familia. Rezar repasando un poco la vida, me ayuda a poder tener un corazón agradecido para con Dios. Es muy común que nosotros hagamos memoria y nos acordemos de cosas que fueron pasando en nuestra vida, algunos actos o fechas patrias nos hacen recordar momentos que hemos compartido como comunidad nacional o provincial. La memoria forma parte de nuestra vida y forma parte también de nuestra fe. La fe judía, de la cual nosotros nos alimentamos, es una fe que hunde sus raíces en la memoria, la memoria de lo que Dios hizo por su pueblo.
En la primera lectura escuchábamos cómo el autor del libro del Deuteronomio le pedía al pueblo que se acordara de lo que había sucedido en el desierto. Acordate que pasaste hambre, y que Dios te asistió con el maná. Acordate que fuiste rebelde y que Dios te perdonó. Acordate del cansancio, la fatiga y que llegaste a la tierra prometida. No te olvides de tu historia. No te olvides de lo que Dios hizo por vos.
Una experiencia que a veces tenemos culturalmente es la de orfandad, de tener una memoria herida. Herida por la soledad, herida por el desconsuelo, la traición. Memoria herida por enojos o situaciones que nos han tocado pasar o en que no sentimos la cercanía de aquellos en quienes teníamos puesta nuestra expectativa. La eucaristía, la presencia de Jesús en la eucaristía, viene para sanarnos. Es Memorial de esta entrega de Jesús a todos nosotros, cada vez que celebramos la Eucaristía, hacemos memoria del amor de Jesús. Es un Sacramento de memoria de la entrega, de memoria del amor, de memoria de cuánto nos ama. Dios amó tanto al mundo que entregó a su hijo único, para que todo lo que cree en él no muera.
Por eso en esta tarde, en este fin de semana hacemos memoria. Memoria de la entrega del amor de Jesús que viene a sanar nuestras heridas, que viene a fortalecernos en el camino de la fe. Como cantamos en alguna celebración, reconocemos que no podemos caminar con hambre bajo el sol y que necesitamos siempre de este Pan, “danos siempre de este Pan”. Nosotros en esta tarde, como los discípulos en aquella montaña, recibimos también el encargo de Jesús del arte de comer. Cuando se acercan y le dicen que despida a la multitud, Jesús les pide que se hagan cargo, “denle ustedes de comer”, pero yo no los voy a dejar solos. Tráiganme esos pocos panes y peses que en mis manos se van a multiplicar como alimento de salvación para toda esa multitud.
Providencialmente, este fin de semana realizamos en todo el país, la colecta anual de Cáritas. Para poder venerar el cuerpo de Jesús, también en el cuerpo de nuestros hermanos enfermos, el cuerpo de nuestros hermanos más pobres, en el cuerpo de los que están abandonados, sufriendo. Ellos tienen también muchos motivos para tener la memoria herida. Nosotros somos llamados junto con Jesús a sanar tantas orfandades que tenemos en este mundo. Entonces, pidámosle al Señor que nos fortalezca con su cuerpo y su sangre, como lo viene haciendo desde aquella última cena, en la cual quiso quedarse para siempre, realmente entre nosotros. Seamos generosos para atender a nuestros hermanos más solos y pobres. Que así sea.